jueves, 26 de diciembre de 2013

Se apostó un horizonte y lo perdió por el camino. 2ª parte.

Lleva mucho tiempo en la recámara y quería dispararla ya. El proyecto a largo plazo está a cachos en una Moleskine que me regaló Pete Nollan, y realmente no veo el momento de ponerme a ordenarlos. Creo que irá por Fragmentos. En cualquier caso, espero ir sacando poco a poco cosas como esta, que es como más cómodo me siento escribiendo.



Aquél árbol era el único de un manglar que se nutría de las aguas subterráneas sobre las que todo se apoyaba. Decidió arroparse con las raíces para no pasar frío y así dejar de creerse estar solo, porque en realidad nunca estás a solas con tu mente. Durmió y soñó con el negativo de su vida y todo aquello fue una visión reveladora, pues supo que acabaría haciéndose realidad en el momento en el que fuera positivado en color. Y fue en ese instante en el que abrió los ojos. 

Había amanecido ya, pero las estrellas aún no se habían ido y la mañana todavía no quería llegar. Se puso el cinturón de Orión, y decidió aflojarse un par de agujeros negros de la cincha para crear un horizonte de sucesos. De la hebilla salieron una multitud de púlsares que rotaron sobre sí mismos y  crearon alrededor de su cintura un campo de luz que nada más era capaz de ver.

Una planicie se extendió frente a él mientras que se ponía en pie, y se formó un arrecife escarchado que bajaba por un acantilado hasta un dolmen de hiedra cubierto de roca. No le fue difícil de alcanzar porque se le daba bien hacer parábolas y salir de ellas sin que le venciera su propia incoherencia moral. Había una inscripción con glifos vectoriales de mercurio en la superficie de los ortostatos que reaccionaron al tacto, y se abrió un nuevo espacio en su interior.

Ahí dentro no era de día y la estancia retrocedía cuanto más avanzaba, aumentando, si cabe, aún más su volumen. Podía parecer que en lo etéreo del vacío no habitaba nada, pero la materia puede nacer de la energía a partir de un flujo y cristalizar. Como aquél laberinto transparente que acababa de aparecer delante de él. Podía ver lo que había en su centro, pero no sabía cómo alcanzarlo. Las paredes distorsionaban sus reflexiones acerca de por dónde debería tirar y decidió parar durante el período refractario para no tener incidencias con el haz de luz que lo atravesaba todo en distintas direcciones pero siempre en el mismo plano.

El origen de aquella luminosidad ígnea era la Estrella Menor una Osa Polar que hibernaba donde se juntaban todos los ejes sobre el que se construía aquél Dédalo esférico. Se agarró a uno de ellos y se deslizó hasta una sala que se encontraba más cerca de la cálida madriguera donde se encontró a León. Sabía que podía llegar a él por Regulus desde la Mayor Osa y pensó en hacer el camino inverso, pero muchas veces te pierdes aún más al intentar encontrarte y el hacer las cosas al revés suele conducir a que digieras fallos en vez de alimentarte de las soluciones. Y esto es lo que le sucedió.

 Sólo hay un camino de Única dirección. Intentar curvar el espacio-tiempo te pone expone a la paradoja del qué fue antes, si el suceso o la ley que lo describe.

Él había intentado reconstruir el razonamiento de unos pasos que ya se habían desvanecido y ahora sólo deseaba volver a casa. Encontrar su Hogar. Y había perdido demasiado tiempo buscando una entrada en aquella envuelta nuclear.




No hace falta conocer ni la mitad de las cosas para desearlo todo.


Como un fotógrafo detrás del objetivo, perdiéndose el momento pero capturándolo para siempre. 

Haciéndolo un poco más inmortal y menos efímero.


 Para  poder sonreírle luego a la fotografía todas las veces que quiera.


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Creo haber escrito buena parte de esto viviendo algún estado de la conciencia alterado.

Recuerdo que mi cerebro estaba deshidratado debido a una de esas resacas infernales de las de cuando sales con Pilar o Luis Álex y mi hermano no paraba de martillearme la cabeza tocando esto desde la habitación de al lado:





Este verano, sin embargo, no fue tan bueno como el anterior.
Pero me atocito: 'No puedo decir pronto, pero puedo decir que habrá otra parte por lo menos.'





Barroco y recargado.

No se me da tan bien escoger y eliminar.
Soy más de mantener y cuidar.

Pablo.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Pensamientos desordenados.

(...) Hoy como ayer se levantó cinco minutos antes de estar despierto. Otros días simplemente remoloneaba en la cama tras haber vivido la Realidad en alguno de aquellos sueños lúcidos y recurrentes, pero esta mañana fue como tantas otras del típico frío invierno de su habitación. Lo supo porque un saxofonista tocaba debajo de su balcón. No tenía que preocuparse por el pie con el que se levantaba, porque la pared siempre quedaba a su izquierda y le gustaba mirar esos puntos azules imaginando caras y constelaciones. Normalmente solía abrir la contraventana para dejar pasar el Sol, pero esta vez ya sabía lo que le esperaba fuera y prefirió hacerle esperar. Caminó desgarbado por el pasillo hasta el baño y de ahí a la cocina. Realmente le daba igual taburete o silla, porque las dos eran blancas. Solo quería poder apoyar la espalda en la pared y que la mesa estuviera a su derecha. Le gustaba dar vueltas a su té en sentido antihorario mirando al reloj analógico de la pared como intentando parar el tiempo, o hacer que retrocediera, pero no se puede luchar contra la variable independiente. (Querer no es Poder. Y muchas veces tampoco Deber.) El agua de la ducha se llevó parte de las incoherencias que le se le habían pegado durante la noche, pero todas no. Algunas habría que frotarlas a conciencia hasta que salieran, y mientras tuviera el pelo metido en los ojos no iba a ponerse a buscar una esponja. La decisión de afeitarse o no siempre la tomaba en el último momento, y aunque sabía que ese no lo era, toda su determinación se escapó en un suspiro. O quizás fuera un resoplido. Últimamente tenía esa sensación de cuando sabes que hay algo que solo puede ir a peor, porque tenía dos cascos a los que solo les funcionaba un auricular. Sin embargo aquella mañana vino por segunda vez, y decidió dejar de ser un melancólico crónico para no convertirse en un pobre infeliz.


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Tengo muchos párrafos sin terminar y demasiadas ideas sin desarrollar.
Y creo que lo voy a dejar así. 

Pablo.



Contradicciones y contraindicaciones.
Al final te acabas dando cuenta de que es imposible dejar de ser uno mismo.