martes, 6 de septiembre de 2011

Hacía mucho tiempo que no cogía el 2/202.




(Hoy, hace no mucho, ha sonado Lyla en la radio. Liam y un sólo acorde.)


No puedes entregar aquello que no tienes. No puedes dar aquello que no sientes.
No puedes endeudarte con el corazón. Porque no se lo puedes devolver a plazos. O con un interés fijo. Lo que el corazón desea ha de ser satisfecho por completo en una única letra. O bueno, quizás en dos. TÚ.



Sé que lo sería más aún.

Si ya soy un monstruo, con blackberry o whatsapp todo empeoraría.

A veces pienso que me debería de cerrar todo excepto esto. Dejar este pequeño reducto de incoherencias y faltas graves a la intemperie. Donde pueda defenderme sin temor a ser golpeado.


Por enésima vez repito. No soy feliz. Ni siquiera estoy contento.
Quizás sólo cuando duermo.
Pero tan sólo una fracción después de despertar vuelve la misma sensación.

"Nadie dijo que esto fuera  a ser fácil."

Nadie me dijo que me levantaría nada más caer. Dijeron simplemente que lo haría. Pero no cuándo. O de qué manera. O por qué lo haría.

A veces siento que debería desaparecer para que todo fuese a mejor. Pienso que soy inútil en todo esto, y que sólo creo tensión y malos rollos. 

Nada de esto es lo que quiero. Nada de esto está yendo como quisiera. 

Pero el problema está en mí. En lo que deseo. En la imposibilidad. 

Y no hago más que dudar. 

¿Dónde está el origen de la injusticia? ¿Quién determinó los parámetros? ¿Cuál fue la elección?

Voy a intentar dormir.
Mañana estará todo en su sitio.

Definitivamente.

Pero eso es lo que voy a hacer. 
Intentarlo.

Y otra vez de nuevo, me siento minúsculo. Siento frío y mi ventana está rota. La persiana golpea el cristal y tengo miedo de levantarme a colocarla.