martes, 12 de octubre de 2010

Digsy's Dinner.

El mástil del bajo,y  al fondo un vagón interminable que flota inmóvil en una burbuja cromática de cromatina que se condensa y se contrae al mismo tiempo. Me propone un Blues lento, pero yo en esos momentos no estoy disponible. Llevo mirando el mismo trozo de pared por lo menos 7 minutos seguidos. En referencia a Mi, contesto con un Do bemol Faríngeo, y todo empieza. Tres notas que sostienen el universo en este mismo instante. Y se repiten, una y otra vez, cíclicamente.

Melodiosamente, el ruido de las ruedas marca el ritmo. Acelerado, lento, rápido, despacio. Silencio.

Mucho más de lo que ella es capaz de imaginar. Pero incapaz de ver mi incapacidad. Y volviendo al mismo punto una y otra vez. Si no ha sido, no ha sido, y simplemente no ha surgido, no me lo he planteado, y por lo tanto no existe. Si de esta manera no existe, será porque de alguna otra manera existirá y yo no lo he visto aún.

TUMBADO EN MI MOQUETA AZUL.

Miro el techo que se junta con el azul de los ojos, y vuelve la misma imagen preciosa de nuevo. Alucinaciones, o simplemente cansancio. Aparece, y parece parecer que no valoro su entrega. 

Ni soy bueno, ni lo pretendiera. Y no soy capaz de comprender. Después del Digsy's Dinner creía imposible esta situación. 

"I can't Be no one else." No es ninguna excusa. Soy así, y no entiendo otra manera de ser yo mismo. Nada de este es acerca de CÓMO soy, sino de QUÉ soy. 

Champagne Supernova.

La batería de los (in)móviles es fugaz y traicionera.