lunes, 14 de junio de 2010

El templo de los frágiles.


Ninguna cariátide soportaría el peso de un alma corrompida. No sería capaz de alargar su mano hasta sacarla del precipicio mientras que rueda por la repisa. Simplemente se limitaría a mirar. Es la muerte la que sale desde su nervio óptico, haciendo el camino inverso al que hace la luz. Convirtiendo el pensamiento en estímulo y a su vez los conos y bastones en impulso mortal. No es una muerte física, es simplemente el adormecimiento de la conciencia. No quiero ni imaginarme la regulación a nivel de reacciones físico-químicas que inducen a todo este torrente de ideas. Debe de ser tan mínima la concentración dentro de las vesículas sinápticas, que no soy capaz de vislumbrar una realidad tan vívida y tangible. Tan común. Ahora comprendo el paso de la genialidad a la locura. Fue esa cariátide la culpable de todo.

De la misma manera, el perfume se lo lleva el agua. Cualquier olor, incluso el olor a lluvia, o el olor a nieve.

¿Quién sugirió que viviésemos en un tiempo tan cambiante?
Nadie quiere reconocerlo, y es la causa de todo.


"¿Tan fácil es ser persona?"
JabatoJones. SIEMPRE.